Embajador SERGIO LEY LÓPEZ

En entrevista exclusiva para TC Análisis Informativo –Revista INICIATIKA- el diplomático y ahora presidente de la Sección de Asia y Oceanía del Consejo Empresarial Mexicano (COMCE) nos comentò referente a sus palabras en la ceremonia* de perdón a nombre del gobierno mexicano por las agresiones a la comunidad china residente en México durante las primeras tres décadas del siglo XX, y muy especialmente por los ataques ocurridos en la ciudad de Torreón Coahuila.

“Su gobierno puede aceptar la solicitud pero el pueblo de China no olvida, está en su idiosincrasia”- Nos dijo-

Somos en el presente dos países que están llamados a jugar un papel determinante en la escena mundial, cuyos profundos lazos se nos presentan hoy en día como un nuevo territorio lleno de retos y oportunidades, desde la amistad, el mutuo entendimiento y la cooperación.

        De cara a los Objetivos de la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible, México y China tenemos un horizonte abierto de coincidencias y oportunidades, a partir de una serie de principios rectores que son afines: La paz internacional con justicia y equidad, el combate a la pobreza, el comercio justo entre las naciones, la lucha contra el cambio climático, el trato digno a los migrantes, forman parte de esta agenda bilateral en la que nos reconocemos como dos naciones que aspiran al mismo futuro compartido.

Seguidamente nos habló  de su identidad, como el quinto hijo de un emigrante chino que llegó a México en 1911 buscando nuevos horizontes y sueños de una nueva patria.

Se tiene registro que entre 1902 y 1921 llegaron a México más de 50 mil nacionales chinos, en su gran mayoría de la provincia sureña de Cantón, que es de dónde provenía mi padre.

         La migración china participó por igual en la construcción de las vías del ferrocarril del Pacífico y del Istmo de Tehuantepec, en las minas de Cananea en Sonora, en las plantaciones algodoneras de Mexicali y la Laguna, o en los campos petroleros de Tampico.

        Conforme ahorraron y prosperaron abrieron sus propios negocios, se convirtieron en propietarios de tiendas de abarrotes, de restaurantes, de lavanderías, zapaterías, granjas agrícolas, industrias jaboneras o empresas de transporte colectivo como los tranvías eléctricos de Torreón, entre muchas otras actividades, hasta consolidarse como una comunidad que contribuía al desarrollo económico del país.

        Esa creciente prosperidad alimentó de manera gradual el resentimiento, la incomprensión, y finalmente, el odio xenofóbico y la violencia. A lo largo del de hostilidades se les confiscaron propiedades, saquearon una y otra vez sus negocios y finalmente se les expulsó junto a sus esposas e hijos mexicanos. Los cientos de negocios, que al huir o ser expulsados, dejaron encargados a socios mexicanos, nunca fueron recuperados.

       La historia de mi padre, de mi familia, y mi propia historia como diplomático mexicano, por la cual tuve el privilegio de representar a nuestro país como Embajador ante la República Popular China, son el resultado de este cruce histórico y cultural entre México y China en el arranque del siglo XX.

        Tras la persecución, los pocos chinos que lograron permanecer en México se dispersaron en pequeñas poblaciones. Ese fue el caso de mi padre, Juan Ley Fong y de mi madre, Rafaela López Trejo, que tras casarse en 1932 lograron establecerse y empezar una nueva vida en Tayoltita, un pueblo minero escondido en la sierra de Durango.

        23 años después, concluido el capítulo de Tayoltita, en 1955 mi padre y toda la familia nos establecimos en Culiacán, Sinaloa, para abrir, de nuevo, un pequeño negocio que a la vuelta de los años y de las décadas se convertiría en la principal cadena de tiendas de autoservicio del noroeste del país: la Casa Ley.

        En esos años mi padre se dio el tiempo para cultivar una de sus grandes pasiones: el beisbol. En 1965 adquirió al equipo profesional de los Tomateros de Culiacán.

        La expansión y la diversificación del negocio que fundó mi padre llegan hasta nuestros días. Somos parte de la historia económica del noroeste mexicano. Somos parte de una historia que nos recuerda el potencial del diálogo histórico entre México y China y la generosidad del pueblo mexicano.

CDMX septiembre 2024

        *17 de Mayo de 2021.