Carlos Díaz de León Valdez.
El artículo 16 de la Declaración Francesa de 1789, asienta que las Constituciones tengan como contenido mínimo a la división del poder y a los derechos humanos. Nuestra Constitución producto de la Revolución con su poder constituyente democrático obliga a rendir cuentas y a renovar con elecciones a los gobernantes. Constitución significa limitación, para que la comunidad política contenga al poder y proteja a la Constitución; como superioridad jurídica representa supremacía constitucional y jerarquía normativa contenidas en el artículo 133-“ley suprema de toda la unión”.
Nuestra Constitución rige al entorno social, y para ello, la democracia se fundamenta en elecciones confiables y respeto a los derechos humanos. La Constitución, ordenamiento jurídico libero-social configura un conjunto de leyes del Estado Constitucional Democrático, que en relación a los partidos políticos les fija dos funciones claves: 1) formar cuadros políticos demócratas competentes, y 2) educar cívica y ciudadanamente a la población. Hoy por hoy, sería conveniente y oportuno hacer obligatorio que los dirigentes partidistas y los candidatos a cargos de elección popular aprueben un examen riguroso y exhaustivo de nuestra Carta Política para que se restrinjan al marco constitucional, y con ello las modificaciones a nuestra “ley de leyes” tengan el concurso más real que formal de las minorías (Nadie está obligado a saberlo todo, pero todos estamos obligados a saberlo todo).
La ciudadanía se queja del mal comportamiento de los gobernantes, pero no ve que ella sea un estuche de virtudes ni que esté dispuesta a participar en construir la democracia constitucional. Hay déficit de talento gubernativo, pero falta ciudadanía más crítica y participativa. Hay actitudes regresivas y autoritarias entre la ciudadanía. Dado lo anterior, es urgente e ineludible desarrollar una ciudadanía más robusta y comprometida en la edificación del Estado Constitucional de Derecho que asuma a los derechos humanos como el paradigma de la civilización. Sin calidad ciudadana, nuestra democracia seguirá en situación permanente de subdesarrollo y precariedad.
A la gente le interesan muy poco los asuntos públicos; es mínimo su interés por el Congreso de la Unión; y de allí, su profundo desapego por los legisladores. Muchos no se sienten representados, no les interesan sus diputados y senadores, lo cual, es una alerta a nuestra democracia. Un gran porcentaje de la ciudadanía tiene actitudes y valores contrarios a los derechos humanos. Sin apego a la legalidad y con la idea de que las leyes no siempre deben cumplirse; el mexicano piensa que quien incumple las leyes no es uno mismo, sino el de enfrente; y los que incumplen son los demás, nunca uno mismo. Una gran cantidad de mexicanos conoce poco o nada la Constitución (ni sus derechos y mucho menos sus responsabilidades).
Hay que construir ciudadanía democrática, con pluralismo y defensora de los derechos humanos. Nos urge ciudadanía democrática; construirla promovida por el gobierno y los partidos políticos. Generar una mejor y mayor atmósfera legal, pues las normas no pueden imponerse por sí solas; hace falta ciudadanía que luche por la democracia. No hay que claudicar (Maquío Clouthier: “Solamente está derrotado, el que ha dejado de luchar”). Hay que empezar cuanto antes y hay que ponerlo todo para difundir los contenidos constitucionales, cuyo conocimiento no debe limitarse a los expertos, sino que debe incluir a los estudiantes, profesionistas y ciudadanía en general. Todos tenemos la responsabilidad de emprender la tarea de ir construyendo un México mejor, en el que podamos convivir de manera pacífica y civilizada.
Conocer nuestra Constitución es una necesidad para todos. En ella se encuentran las reglas básicas de la convivencia que nos une y define como Estado soberano. Por ese motivo nuestra Norma Suprema ha experimentado muchas reformas. En una sociedad ávida de elevar su cultura jurídica, la Constitución se convierte en herramienta de enorme utilidad para conocer nuestros derechos, asumir nuestras responsabilidades y tener conciencia del sentido y alcance de las normas fundamentales que rigen nuestra vida en común.
CDMX a 11 de noviembre 2024